Hace más de veinte años, Jonathan Ellis-Miller diseñó Ellis-Miller House mientras trabajaba para el eminente arquitecto modernista John Winter. Winter había construido dos casas para sí mismo, incluyendo 81 Swains Lane, en Londres, actualmente restaurada por Ellis-Miller. Winter pensaba que era esencial que los arquitectos construyeran y vivieran en sus propias casas, lo que animó a Jonathan a llevar a cabo su propio proyecto autoconstructivo.

En la escasamente atractiva localidad de Prickwillow, en Cambridgeshire Fens, Ellis-Miller adquirió una parcela que le permitiría hacer borrón y cuenta nueva y construir una casa bajo el enorme desafío de un limitado presupuesto de 40.000 libras y la propia capacidad técnica limitada de un arquitecto aún en desarrollo.

Ellis-Miller quería explorar un diseño de casa moderna que utilizase construcción modular sin tener que recurrir a técnicas artesanales tradicionales. La casa iba a ser pequeña, de sólo 66m², y en forma de caja: de ese modo encerraría el máximo volumen utilizando una mínima cantidad de material. Las condiciones del terreno en Cambridgeshire Fens son traicioneros, por lo que una forma ligera de construcción tenía que asegurar que pudiera emplearse una balsa de hormigón armado en los cimientos en lugar de pilotes. La necesidad de ligereza de la casa obligaba a un diseño basado en un bastidor de acero post-laminado y galvanizado en caliente, con una forma trapezoidal de acero galvanizado estructural como techo y cierre. Ellis-Miller estaba dispuesto a utilizar tanto acero como fuera posible y en lugar de utilizar tacos de madera para las paredes no portantes, utilizó postes de acero galvanizado. El acabado del techo se hizo con un sistema de junta alzada galvanizada. De hecho, se empleó acero galvanizado en todos los elementos importantes de la casa.

Las cuestiones ambientales eran también un elemento importante de diseño. El techo estaba muy aislado mediante 300 mm de lana de roca, y el suelo y las paredes se aislaron a niveles muy superiores a los establecidos por norma en 1991. Se incorporó calefacción por hilo radiante y se controló la ganancia solar de la fachada oeste (totalmente acristalada) mediante persianas venecianas de aluminio externo accionadas eléctricamente. Estas persianas actuaban también como cortinas externas. Para contrastar los materiales utilizados para la estructura, internamente se aportó color y contraste añadiendo suelos de roble.
La casa, una vez terminada, fue bien recibida por el comercio y la prensa nacional: recibió numerosos premios, el más reciente el de la Twentieth Century Society a los mejores 100 edificios del siglo XX.
Hasta la fecha, la casa permanece en excelentes condiciones y la estructura de acero es prístina, un homenaje a la inversión inicial en protección contra la corrosión, de muy alta calidad.