- Obra: Centro de la Juventud
- Emplazamiento: Avda. Nuestra Señora del Retamar 8, El Montecillo, Las Rozas
- Autor: Salvador Pérez Arroyo
- Colaboradores:
Fernando Río Durán,
Mariluz Baldasano Valdés,
Fernando Temprano Suárez,
Raquel Martín Garrote,
Elena Royo,
Joanna Ludwikow y
Santiago Bouzada Biurrun - Promotor: Excmo. Ayuntamiento de Las Rozas de Madrid
- Contratista: Ferrovial
- Superficie construida: 1.500m2 + 4.500m2 de urbanización
- Realización: desde Marzo de 2006 a Agosto de 2008
Uno de los barrios de nuevo desarrollo de la ciudad. Se trata de un edificio destinado a equipamiento cultural que completa la oferta municipal en este aspecto y que alberga, entre otros usos, aularios, talleres, oficinas y un salón de actos.
Desde las primeras ideas para el concurso se trabajó con la transformación y la interacción entre dos elementos prismáticos que resolvieran el programa y se pudieran adaptar a la parcela y a sus condicionantes urbanísticos. Se trataba de implementar los usos en un edificio partido en dos que pudiera atraer a los ciudadanos de Las Rozas y hacer más interesante la visita al equipamiento puesto que en el momento de su construcción éste se erigía en una zona de futuro desarrollo municipal aún sin mucha actividad.
Como punto de partida se fijó que los dos volúmenes, de cara a acentuar su rotundidad, debían ser tratados del mismo modo en todas sus caras incluida la cubierta. Esto debía ser así excepto en aquellas facetas que conformaban el espacio urbano que se abría entre ellos. En estas caras la piel debía ser transformada para conseguir dos objetivos prioritarios: volcar los usos de las piezas hacia este espacio urbano propio y tranquilo; y por otro lado conformar este espacio abierto con unas fachadas atractivas que atrajeran a los usuarios a participar del uso cultural de la intervención.
De esta manera nace un edificio singular dividido en dos expresivos volúmenes que se abren conformando un espacio público de comunicación, tránsito y descanso.
Cada uno de los prismas alberga diferentes usos complementarios de manera que ambos dialogan a través de esta plaza común que comunica las calles entre las que se encuentra el edificio salvando cuidadosamente el desnivel existente entre las mismas. Además en la solución final se implementa el contraste del color de las fachadas interiores con el negro del pavimento de la plaza de modo que se acentúa la presencia de los dos prismas construyendo un espacio exterior atractivo. La singularidad de la parcela, con un desnivel de aproximadamente 2,50 m entre las dos alineaciones de viales que definen el solar y desde los que se da acceso, es otro de los factores clave para el desarrollo de la propuesta arquitectónica. El proyecto conlleva una intervención completa sobre toda la superficie edificable con la intención de recuperar una topografía capaz de resolver el desnivel y a la vez integrar el programa necesario para el centro dentro de los parámetros de edificabilidad asignados a la parcela.
Por otro lado, en cuanto a lo que a accesibilidad se refiere, el edificio está perfectamente integrado en el entorno de modo que desde cualquiera de sus dos entradas se puede llegar a la plataforma común de tal forma que se asegura el acceso a las personas de movilidad reducida a todas las dependencias del Centro de la Juventud.
En relación directa con la idea de proyecto que propone los dos volúmenes prismáticos que configuran el Centro de la Juventud, tanto en su espacio programático como en el entorno urbano generado, se sitúa el discurso propositivo de los materiales utilizados para su construcción, en particular, de aquellos que conforman las pieles de estos prismas.
La idea de acudir a un material único en fachadas exteriores y cubiertas apuntala la percepción de las dos piezas como un todo y aleja la transmisión de una visión simple de dos edificios construidos uno al lado del otro que desvirtuaría los objetivos del proyecto.
El material elegido por sus óptimas características (estéticas, económicas, de durabilidad y mantenimiento, etc...) es el acero galvanizado en la forma comercial de chapa ondulada. Así, el edificio se plantea con cerramientos de fábrica armada, de bloque, que son revestidos con planchas de acero galvanizado perfiladas sobre una subestructura de junta abierta de perfiles conformados con el mismo material. Del mismo modo se resuelve la cubierta, mediante chapa ondulada colocada sobre una subestructura contrapesada para evitar el efecto perjudicial del viento, creando de este modo una piel ventilada sobre la capa impermeable que evita el soleamiento directo de estos planos.
Pero el proyecto no se limita al simple revestimiento de minionda sino que le dedica un especial interés al desarrollo de la piel hasta llegar al trazado de diagonales que rebasan los planos en los que se dibujan, unificando así toda la envolvente. Y por último, con el simple mecanismo compositivo de girar la orientación de la onda en los diferentes cuarteles, se consigue una infinita gama de grises que varía enormemente en función de la luminosidad del día, creando de este modo un 'patchwork' vivo que confiere al edificio una personalidad propia y única.
Como contraste a esta piel geométrica se incorporan los cerramientos que abren los dos volúmenes de edificación hacia el patio interior que comunica ambos prismas. Estos se resuelven con paramentos inclinados, acristalados en algunos sectores y ciegos en otros, ejecutados con paneles "sándwich" de acero lacado y montados en los dos casos sobre carpinterías del mismo material.
De esta manera se dota a los espacios interiores (aulas, oficinas, sala de actos, etc...) de las necesidades de luz natural y ventilación que tienen.
Interiormente todo el sistema de particiones y tabiquería aporta la capacidad de transformación facilitando la distribución de aulas y despachos. La sala de actos dispone de un espacio que permite la transformabilidad de la sala para usos distintos a la de auditorio. También posee una sala de control acústico, que se abre directamente al auditorio y a la sala auxiliar de grabaciones y que permite albergar las mesas de grabación y amplificación además de cabinas de traducción simultánea.
Fachadas y cubiertas ventiladas nos permiten que la ganancia térmica de los edificios se reduzca enormemente en los días soleados de manera que el coste energético de climatización en los meses más calurosos disminuya considerablemente. Sin embargo, el paramento amarillo, orientado al sur y que, por servir de cerramiento a aulas y otras estancias con necesidad de iluminación, debía ser en gran parte acristalado, ponía en peligro este ahorro al convertirse en un invernadero con radiación solar directa.
Es por este motivo que se diseña un gran parasol de chapa ondulada microperforada también de acero galvanizado que, si bien evita la entrada directa del sol, no impide la iluminación natural difusa ni las vistas al espacio urbano propio del edificio. Este brise-soleil se integra perfectamente en la propuesta gracias a tres herramientas de proyecto: el uso del acero galvanizado al igual que en el resto de fachadas, la integración de su estructura con la del cerramiento y los cuarteles diagonales que le dan carácter a toda la intervención.
Este gran umbráculo resulta tan interesante en las vistas diurnas como en las nocturnas, que es cuando deja translucir la actividad del edificio invitando a participar en las actividades culturales que en él se desarrollan.